Estado y Sociedad, el enfrentamiento
Estado y Sociedad, el enfrentamiento
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CONADE se reactivó en la cúspide del conflicto social por el rechazo al nuevo CSP, después de una larga lucha de los médicos en las calles y cuando distintos comités cívicos cumplieron “paro movilizado” en cada departamento con sus propias características.
Simón Alberto Figueroa Reynaga
15 de enero de 2018
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Estado y Sociedad, el enfrentamiento

CONADE se reactivó en la cúspide del conflicto social por el rechazo al nuevo CSP, después de una larga lucha de los médicos en las calles y cuando distintos comités cívicos cumplieron “paro movilizado” en cada departamento con sus propias características. El Comité de Defensa de la Democracia, dirigido por el secretario ejecutivo de la COB, Guido Mitma, el rector de la Universidad Mayor de San Andrés, Waldo Albarracín y la presidenta de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia, Amparo Carvajal, según sus impulsores, hoy es un nuevo organismo de coordinación y poder al que deben supeditarse todas las organizaciones movilizadas.

Los médicos lograron la abrogación del polémico artículo 205 que suponía fin del problema. La demanda, sin embargo, se extendió a otros sectores activos que se unificaron en una sola consigna: anulación total del Código del Sistema Penal, pero sin dar señales de subordinación a una sola dirección y la demostración fue Santa Cruz que de manera autónoma ordenó el paro. En otros departamentos hubo coordinación entre comités cívicos y centrales obreras.

Organismos de poder y paralelismos

Indiferencia y soberbia

El gobierno, como en otras ocasiones, muestra indiferencia y soberbia frente al conflicto en medio de amenazas de sus movimientos sociales liderizados por los productores de hoja de coca del Chapare con el argumento que la demanda de abrogación es impulsada por “la derecha” y opositores al servicio del imperialismo norteamericano. El vicepresidente del Estado, que no negó en una entrevista televisiva que “Evo y él no llegaron para pisar flores”, ratificó su posición de luchar en las calles por el “proceso de cambio” y defendió la integridad del nuevo CSP. El segundo mandatario fue claro al arengar a las delegadas de las organizaciones de mujeres campesinas “Bartolina Sisa” en un reciente encuentro en Villa Tunari, que la defensa, según él, significa “movilizaciones contra movilizaciones”. Entonces crece la tensión, y un hombre acostumbrado al lenguaje virulento, quiere llevar leña a la hoguera e incendiar el bosque. Curiosamente, otro significado parece tener el discurso del Presidente Evo, cuando dice “hay que llegar a un encuentro nacional” después de analizar artículo por artículo durante un año a partir de esta fecha. “Eso es gobernar obedeciendo al pueblo”, concluye el primer mandatario.

Revisión de fojas cero

El pedido para abrogar el CSP debe comenzar de fojas cero. Revisión, enmienda y nueva redacción de artículos por consenso. Clarificar lo bueno y desechar lo malo se convierte en demanda nacional urgente. A estas alturas, nadie quiere confrontación en las calles, menos violencia, a la que intentan arrastrar grupos de extremistas simplemente con fines políticos. El enfrentamiento del momento no es entre oficialismo y oposición política, es entre el Estado y la Sociedad y donde está en juego la democracia que costó mucho dolor recuperarla.

La sociedad organizada, sin líder, sin partido, pero mediante sus instituciones responsables, tienen obligación de organizar comisiones de alto nivel con sus mejores profesionales. No pueden estar exentas la Iglesia Católica, universidades públicas y privadas, prensa, colegios de profesionales y por supuesto también los “movimientos sociales” afines al régimen. Llámese “Cumbre de Salud”, “Encuentro por la Vida y la Salud” o cualquier otro nombre, lo importante es alcanzar un Acuerdo Nacional de Paz y Concertación para alejar cualquier espiral de violencia entre bolivianos que sólo traería días de angustia por irresponsabilidad de todos.

En un período de clímax puede pensarse que es fácil reducir y sobreponerse a organizaciones históricas y con trayectoria revolucionaria como la COB y suplantarla con autodenominadas “coordinadoras” que pueden ser valiosas en un escenario de conflicto, si la causa es común, como en su momento fue la Coordinadora por el Agua, timoneada con acierto por el reconocido dirigente fabril Oscar Olivera para expulsar de Cochabamba a la transnacional “Aguas del Tunari”.

La COB, aunque tenga debilidades sigue siendo la histórica, gloriosa y legendaria COB, cuyo ejecutivo por Estatuto Orgánico representa a otra gloriosa organización sindical: la Federación de mineros. Igual se puede catalogar a la COD de Cochabamba que es vanguardia en las luchas con su columna vertebral, la Federación de fabriles. Se trata de organizaciones permanentes y no circunstanciales. Creer que pueden ser reemplazadas o supeditarlas a “otro poder” es ironía.

Los médicos lograron la abrogación del polémico artículo 205 que suponía fin del problema. La demanda, sin embargo, se extendió a otros sectores activos que se unificaron en una sola consigna: anulación total del Código del Sistema Penal, pero sin dar señales de subordinación a una sola dirección y la demostración fue Santa Cruz que de manera autónoma ordenó el paro. En otros departamentos hubo coordinación entre comités cívicos y centrales obreras.

Indiferencia y soberbia

El gobierno, como en otras ocasiones, muestra indiferencia y soberbia frente al conflicto en medio de amenazas de sus movimientos sociales liderizados por los productores de hoja de coca del Chapare con el argumento que la demanda de abrogación es impulsada por “la derecha” y opositores al servicio del imperialismo norteamericano. El vicepresidente del Estado, que no negó en una entrevista televisiva que “Evo y él no llegaron para pisar flores”, ratificó su posición de luchar en las calles por el “proceso de cambio” y defendió la integridad del nuevo CSP. El segundo mandatario fue claro al arengar a las delegadas de las organizaciones de mujeres campesinas “Bartolina Sisa” en un reciente encuentro en Villa Tunari, que la defensa, según él, significa “movilizaciones contra movilizaciones”. Entonces crece la tensión, y un hombre acostumbrado al lenguaje virulento, quiere llevar leña a la hoguera e incendiar el bosque. Curiosamente, otro significado parece tener el discurso del Presidente Evo, cuando dice “hay que llegar a un encuentro nacional” después de analizar artículo por artículo durante un año a partir de esta fecha. “Eso es gobernar obedeciendo al pueblo”, concluye el primer mandatario.

Revisión de fojas cero

El pedido para abrogar el CSP debe comenzar de fojas cero. Revisión, enmienda y nueva redacción de artículos por consenso. Clarificar lo bueno y desechar lo malo se convierte en demanda nacional urgente. A estas alturas, nadie quiere confrontación en las calles, menos violencia, a la que intentan arrastrar grupos de extremistas simplemente con fines políticos. El enfrentamiento del momento no es entre oficialismo y oposición política, es entre el Estado y la Sociedad y donde está en juego la democracia que costó mucho dolor recuperarla.

La sociedad organizada, sin líder, sin partido, pero mediante sus instituciones responsables, tienen obligación de organizar comisiones de alto nivel con sus mejores profesionales. No pueden estar exentas la Iglesia Católica, universidades públicas y privadas, prensa, colegios de profesionales y por supuesto también los “movimientos sociales” afines al régimen. Llámese “Cumbre de Salud”, “Encuentro por la Vida y la Salud” o cualquier otro nombre, lo importante es alcanzar un Acuerdo Nacional de Paz y Concertación para alejar cualquier espiral de violencia entre bolivianos que sólo traería días de angustia por irresponsabilidad de todos.

Organismos de poder y paralelismos

En un período de clímax puede pensarse que es fácil reducir y sobreponerse a organizaciones históricas y con trayectoria revolucionaria como la COB y suplantarla con autodenominadas “coordinadoras” que pueden ser valiosas en un escenario de conflicto, si la causa es común, como en su momento fue la Coordinadora por el Agua, timoneada con acierto por el reconocido dirigente fabril Oscar Olivera para expulsar de Cochabamba a la transnacional “Aguas del Tunari”.

La COB, aunque tenga debilidades sigue siendo la histórica, gloriosa y legendaria COB, cuyo ejecutivo por Estatuto Orgánico representa a otra gloriosa organización sindical: la Federación de mineros. Igual se puede catalogar a la COD de Cochabamba que es vanguardia en las luchas con su columna vertebral, la Federación de fabriles. Se trata de organizaciones permanentes y no circunstanciales. Creer que pueden ser reemplazadas o supeditarlas a “otro poder” es ironía.

Tendría que ser al contrario.

La historia nos recuerda que en 1970, del pasado siglo, se levantó como “órgano de poder de las masas” la Asamblea del Pueblo y su mando supremo, la COB, a la cabeza de Juan Lechín Oquendo se instaló en el hemiciclo del Parlamento, hoy sede de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Desde allí puso en jaque al gobierno civil-militar del Gral. Juan José Torres Gonzales y mientras se debatía la falsa “dualidad de poderes”, se afinaba los últimos detalles de la conspiración contra Torres y llegaría victorioso el cruento golpe de estado del Cnel. Hugo Banzer Suárez, el 21 de agosto de 1971, destruyendo todo vestigio de la izquierda nacional.

La razón de los golpistas fue que el comunismo y la Asamblea Popular eran una amenaza para la integridad de Bolivia. Banzer inauguró entonces el largo ciclo militar llamado “revolución nacionalista” gobernando siete años con mano dura y aplicando sus propios códigos hechos a su medida. Los Códigos Banzer, curiosamente, siguen vigentes hasta hoy y debieran ser reemplazados por una nueva legislación penal, no hecha a medida de quienes ocupan el poder circunstancial, sino de beneficio de la sociedad que busca más justicia, más dignidad y más libertad en democracia.

En 1980, apenas recuperada la democracia, se organiza el Comité de Defensa de la Democracia, CONADE, bajo la conducción del líder de la COB, Juan Lechín Oquendo porque vuelve el fantasma de la asonada golpista contra la democracia, inspirado por los mandos militares más conservadores. Llueven los insultos castrenses contra el gobierno de Lidia Gueiler Tejada y desde el Colegio Militar de Ejército al mando del Gral. Luis García Meza Tejada, se consuma el golpe de Estado, el 17 de julio de 1980, pulverizando otra vez a la izquierda nacional expresada en el CONADE y cobrando las vida de un insobornable líder socialista, Marcelo Quiroga Santa Cruz y de otros prominentes dirigentes sindicales en la misma sede donde ocasionalmente funcionaba el CONADE, en La Paz.

Hoy resurge el CONADE para defender también la democracia, pero esta vez aunque pareciera patético, frente a un gobierno constitucional presidido por Evo Morales, elegido en las urnas democráticamente y cuyo mandato debe fenecer legalmente el 2020. Es sabido que el presidente Morales busca mantenerse en el poder mediante su reelección, el 2019. ¿Entonces el Presidente conspira contra la democracia? ¿Es dictador? Nos lo es, él representa al Poder Ejecutivo, y están vigentes los poderes Legislativo, Judicial, Electoral. El carácter autoritario del Presidente es principio de autoridad, dicen sus seguidores, cuando enfrenta y resuelve conflictos.

Si el régimen deslegitimó los resultados del Referendo del 21 de febrero de 2017, forzó al TSC el 28 de noviembre declarar viable el derecho de re postulación del presidente Evo y finalmente desmerecer los resultados de las elecciones judiciales del 3 de diciembre de 2017 y encima la posición de las nuevas autoridades judiciales sin respaldo legítimo, demuestra que se prepara otra asonada plebiscitaria.

Mi opinión: El Presidente tiene el deber patriótico de pacificar el país dando claro mensaje de unidad y paz, y justicia solicitando al Poder Legislativo abrir el debate nacional para redactar el nuevo cuerpo de leyes que haga de Bolivia más democrática, soberana y digna. La oposición política en el Parlamento que penosamente fue ineficiente y negligente a la hora de fiscalizar, tiene hoy la oportunidad de reivindicarse ante sus votantes trabajando “codo a codo” con los oficialistas para perfeccionar el nuevo CSP. Bolivia se los agradecerá.

Los médicos lograron la abrogación del polémico artículo 205 que suponía fin del problema. La demanda, sin embargo, se extendió a otros sectores activos que se unificaron en una sola consigna: anulación total del Código del Sistema Penal, pero sin dar señales de subordinación a una sola dirección y la demostración fue Santa Cruz que de manera autónoma ordenó el paro. En otros departamentos hubo coordinación entre comités cívicos y centrales obreras.

Organismos de poder y paralelismos

Indiferencia y soberbia

El gobierno, como en otras ocasiones, muestra indiferencia y soberbia frente al conflicto en medio de amenazas de sus movimientos sociales liderizados por los productores de hoja de coca del Chapare con el argumento que la demanda de abrogación es impulsada por “la derecha” y opositores al servicio del imperialismo norteamericano. El vicepresidente del Estado, que no negó en una entrevista televisiva que “Evo y él no llegaron para pisar flores”, ratificó su posición de luchar en las calles por el “proceso de cambio” y defendió la integridad del nuevo CSP. El segundo mandatario fue claro al arengar a las delegadas de las organizaciones de mujeres campesinas “Bartolina Sisa” en un reciente encuentro en Villa Tunari, que la defensa, según él, significa “movilizaciones contra movilizaciones”. Entonces crece la tensión, y un hombre acostumbrado al lenguaje virulento, quiere llevar leña a la hoguera e incendiar el bosque. Curiosamente, otro significado parece tener el discurso del Presidente Evo, cuando dice “hay que llegar a un encuentro nacional” después de analizar artículo por artículo durante un año a partir de esta fecha. “Eso es gobernar obedeciendo al pueblo”, concluye el primer mandatario.

Revisión de fojas cero

El pedido para abrogar el CSP debe comenzar de fojas cero. Revisión, enmienda y nueva redacción de artículos por consenso. Clarificar lo bueno y desechar lo malo se convierte en demanda nacional urgente. A estas alturas, nadie quiere confrontación en las calles, menos violencia, a la que intentan arrastrar grupos de extremistas simplemente con fines políticos. El enfrentamiento del momento no es entre oficialismo y oposición política, es entre el Estado y la Sociedad y donde está en juego la democracia que costó mucho dolor recuperarla.

La sociedad organizada, sin líder, sin partido, pero mediante sus instituciones responsables, tienen obligación de organizar comisiones de alto nivel con sus mejores profesionales. No pueden estar exentas la Iglesia Católica, universidades públicas y privadas, prensa, colegios de profesionales y por supuesto también los “movimientos sociales” afines al régimen. Llámese “Cumbre de Salud”, “Encuentro por la Vida y la Salud” o cualquier otro nombre, lo importante es alcanzar un Acuerdo Nacional de Paz y Concertación para alejar cualquier espiral de violencia entre bolivianos que sólo traería días de angustia por irresponsabilidad de todos.

En un período de clímax puede pensarse que es fácil reducir y sobreponerse a organizaciones históricas y con trayectoria revolucionaria como la COB y suplantarla con autodenominadas “coordinadoras” que pueden ser valiosas en un escenario de conflicto, si la causa es común, como en su momento fue la Coordinadora por el Agua, timoneada con acierto por el reconocido dirigente fabril Oscar Olivera para expulsar de Cochabamba a la transnacional “Aguas del Tunari”.

La COB, aunque tenga debilidades sigue siendo la histórica, gloriosa y legendaria COB, cuyo ejecutivo por Estatuto Orgánico representa a otra gloriosa organización sindical: la Federación de mineros. Igual se puede catalogar a la COD de Cochabamba que es vanguardia en las luchas con su columna vertebral, la Federación de fabriles. Se trata de organizaciones permanentes y no circunstanciales. Creer que pueden ser reemplazadas o supeditarlas a “otro poder” es ironía.

Tendría que ser al contrario.

La historia nos recuerda que en 1970, del pasado siglo, se levantó como “órgano de poder de las masas” la Asamblea del Pueblo y su mando supremo, la COB, a la cabeza de Juan Lechín Oquendo se instaló en el hemiciclo del Parlamento, hoy sede de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Desde allí puso en jaque al gobierno civil-militar del Gral. Juan José Torres Gonzales y mientras se debatía la falsa “dualidad de poderes”, se afinaba los últimos detalles de la conspiración contra Torres y llegaría victorioso el cruento golpe de estado del Cnel. Hugo Banzer Suárez, el 21 de agosto de 1971, destruyendo todo vestigio de la izquierda nacional.

La razón de los golpistas fue que el comunismo y la Asamblea Popular eran una amenaza para la integridad de Bolivia. Banzer inauguró entonces el largo ciclo militar llamado “revolución nacionalista” gobernando siete años con mano dura y aplicando sus propios códigos hechos a su medida. Los Códigos Banzer, curiosamente, siguen vigentes hasta hoy y debieran ser reemplazados por una nueva legislación penal, no hecha a medida de quienes ocupan el poder circunstancial, sino de beneficio de la sociedad que busca más justicia, más dignidad y más libertad en democracia.

Organismos de poder y paralelismos

Los médicos lograron la abrogación del polémico artículo 205 que suponía fin del problema. La demanda, sin embargo, se extendió a otros sectores activos que se unificaron en una sola consigna: anulación total del Código del Sistema Penal, pero sin dar señales de subordinación a una sola dirección y la demostración fue Santa Cruz que de manera autónoma ordenó el paro. En otros departamentos hubo coordinación entre comités cívicos y centrales obreras.

Indiferencia y soberbia

El gobierno, como en otras ocasiones, muestra indiferencia y soberbia frente al conflicto en medio de amenazas de sus movimientos sociales liderizados por los productores de hoja de coca del Chapare con el argumento que la demanda de abrogación es impulsada por “la derecha” y opositores al servicio del imperialismo norteamericano. El vicepresidente del Estado, que no negó en una entrevista televisiva que “Evo y él no llegaron para pisar flores”, ratificó su posición de luchar en las calles por el “proceso de cambio” y defendió la integridad del nuevo CSP. El segundo mandatario fue claro al arengar a las delegadas de las organizaciones de mujeres campesinas “Bartolina Sisa” en un reciente encuentro en Villa Tunari, que la defensa, según él, significa “movilizaciones contra movilizaciones”. Entonces crece la tensión, y un hombre acostumbrado al lenguaje virulento, quiere llevar leña a la hoguera e incendiar el bosque. Curiosamente, otro significado parece tener el discurso del Presidente Evo, cuando dice “hay que llegar a un encuentro nacional” después de analizar artículo por artículo durante un año a partir de esta fecha. “Eso es gobernar obedeciendo al pueblo”, concluye el primer mandatario.

Revisión de fojas cero

El pedido para abrogar el CSP debe comenzar de fojas cero. Revisión, enmienda y nueva redacción de artículos por consenso. Clarificar lo bueno y desechar lo malo se convierte en demanda nacional urgente. A estas alturas, nadie quiere confrontación en las calles, menos violencia, a la que intentan arrastrar grupos de extremistas simplemente con fines políticos. El enfrentamiento del momento no es entre oficialismo y oposición política, es entre el Estado y la Sociedad y donde está en juego la democracia que costó mucho dolor recuperarla.

La sociedad organizada, sin líder, sin partido, pero mediante sus instituciones responsables, tienen obligación de organizar comisiones de alto nivel con sus mejores profesionales. No pueden estar exentas la Iglesia Católica, universidades públicas y privadas, prensa, colegios de profesionales y por supuesto también los “movimientos sociales” afines al régimen. Llámese “Cumbre de Salud”, “Encuentro por la Vida y la Salud” o cualquier otro nombre, lo importante es alcanzar un Acuerdo Nacional de Paz y Concertación para alejar cualquier espiral de violencia entre bolivianos que sólo traería días de angustia por irresponsabilidad de todos.

Organismos de poder y paralelismos

Los médicos lograron la abrogación del polémico artículo 205 que suponía fin del problema. La demanda, sin embargo, se extendió a otros sectores activos que se unificaron en una sola consigna: anulación total del Código del Sistema Penal, pero sin dar señales de subordinación a una sola dirección y la demostración fue Santa Cruz que de manera autónoma ordenó el paro. En otros departamentos hubo coordinación entre comités cívicos y centrales obreras.

Indiferencia y soberbia

El gobierno, como en otras ocasiones, muestra indiferencia y soberbia frente al conflicto en medio de amenazas de sus movimientos sociales liderizados por los productores de hoja de coca del Chapare con el argumento que la demanda de abrogación es impulsada por “la derecha” y opositores al servicio del imperialismo norteamericano. El vicepresidente del Estado, que no negó en una entrevista televisiva que “Evo y él no llegaron para pisar flores”, ratificó su posición de luchar en las calles por el “proceso de cambio” y defendió la integridad del nuevo CSP. El segundo mandatario fue claro al arengar a las delegadas de las organizaciones de mujeres campesinas “Bartolina Sisa” en un reciente encuentro en Villa Tunari, que la defensa, según él, significa “movilizaciones contra movilizaciones”. Entonces crece la tensión, y un hombre acostumbrado al lenguaje virulento, quiere llevar leña a la hoguera e incendiar el bosque. Curiosamente, otro significado parece tener el discurso del Presidente Evo, cuando dice “hay que llegar a un encuentro nacional” después de analizar artículo por artículo durante un año a partir de esta fecha. “Eso es gobernar obedeciendo al pueblo”, concluye el primer mandatario.

. Redacción:
Simón Alberto Figueroa Reynaga

Periodista, Editor General Revista TEMAS cbba

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